miércoles, 3 de mayo de 2017

Evaluando los proyectos...

¡Buenos días a todos!

En la entrada de hoy voy a comentar cómo ha resultado la experiencia de planificar un posible trabajo por proyectos y, posteriormente, evaluarlo. En la fase de evaluación examinamos tanto nuestro propio proyecto como los de nuestros compañeros, concretamente 3. Esto permitió una retroalimentación positiva, ya que no nos debíamos limitar a calificar los diferentes apartados, sino que teníamos que tratar de realizar comentarios y aportaciones constructivas que permitieran mejorar, tanto nuestro proyecto, como el de nuestros compañeros.

Uno de los vídeos que nos presentaron los autores del curso me pareció especialmente esclarecedor.




En mi caso particular no me hizo pensar en lo positivo que es aportar críticas constructivas, desde el respeto y con educación, sobre el trabajo de otros, lo que les ayuda a mejorar su trabajo. Yo, particularmente, pensé en cómo los adultos hemos perdido esa capacidad "infantil" de criticar el trabajo de nuestros compañeros aportando datos relevantes y constructivos de manera natural, esa forma positiva de mejorar el trabajo de otros, desde la observación y sin filtros. En nuestro caso, solemos escudarnos en el "respeto" para evitar una confrontación que, de pequeños, practicábamos de forma innata.

En mi caso particular, traté de calificar objetivamente el trabajo de mis compañeros, recomendando aquellas mejoras que consideraba necesarias, y elogiando aquellos aportes que me resultaron novedosos e interesantes. Esta fase del proceso me resultó "incómoda", ya qué no es algo que haga habitualmente y tuve que salir de mi "zona de confort".


La fase de autoevaluación arrojó unos resultados inesperados para mí. Al observar las calificaciones obtenidas me sorprendió ver una nota alta que rozaba el 10. Al indagar sobre las evaluaciones, me encontré con que la bajada de la nota era consecuencia de mi propia autoevaluación, ya que mis compañeros me habían dado la máxima calificación de forma unánime.

Esto me hizo pensar en cómo somos tremendamente autocríticos con nuestro trabajo. El mundo en el que hemos crecido, en el que la competitividad (y no la competencia, en su segunda acepciones) suele dominar nuestro entorno, consideramos necesario sacar el mayor partido a nuestro trabajo, ¡pero desde la soledad más absoluta!

El interés y la utilidad del trabajo por proyectos no me pillo desprevenida, sé lo atractivos y útiles que resultan, sobre todo con un perfil estudiantil como el de la Formación Profesional Básica. Sin embargo, creo que lo realmente novedoso para mí, lo que me ha sorprendido es descubrir, al realizar estos trabajos como los adultos hemos perdido la inocencia en la crítica a los demás, y como el trabajo colaborativo tiene que ser fomentado para empleado. Sin embargo, está escrito en nuestro ADN, somos seres sociales, que aprendemos por imitación, por lo que la colaboración debería ser nuestra "zona de confort".


No es tarde para retomarla...

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